Cuando Bob y Lucy Berglund oyeron hablar de Feed the Hungry San Miguel en 2007, fue casi por casualidad, durante un viaje por carretera, una conversación en un hostal y una recaudación de fondos local. Lo que les impactó de inmediato fue la claridad del programa. Les gustó saber que su apoyo iría directamente a las escuelas y a los niños que más lo necesitaban, sin pasar por capas de burocracia. Esa transparencia en el impacto los inspiró a convertirse en Kitchen Angels, comenzando con la cocina escolar en la comunidad rural de Jalpa.
En nuestra cocina escolar de Jalpa, Bob y Lucy pudieron presenciar el poder de una comida caliente y nutritiva. Recuerdan cómo los niños caminaban largas distancias únicamente para poder almorzar en la escuela, prueba de lo esencial que era el programa en su vida diaria. “Fue muy significativo ver la determinación de los niños”, recordó Bob. “Nos mostró cuánto significaban estas comidas para ellos”.
Cuando la escuela de Jalpa finalmente se graduó del Programa de Comidas Escolares en 2021, los Berglund no dudaron en continuar con su apoyo en otra escuela, esta vez en Alonso Yáñez. Su compromiso fue aún más lejos, pues también ayudaron a dar continuidad al Programa de Hidratación y al Programa de Nutrición en la Primera Infancia. “Nos dio gusto contribuir en la construcción de algo duradero”, dijo Bob. “Se sintió como una manera de acompañar a la comunidad en su camino”.
Su dedicación también se hizo evidente durante la crisis de COVID 19. Bob y Lucy estuvieron entre los primeros en dar un paso adelante y apoyar el programa de ayuda de emergencia de Feed the Hungry. Bob recuerda sentirse impresionado por el liderazgo y la determinación del Consejo y del personal para transformar toda la operación en menos de dos semanas con el fin de distribuir despensas a todas las familias de las comunidades. “A menudo hablamos con amigos sobre lo importante que es para los expatriados contribuir a esta comunidad”, explicó. “Esta es la forma más directa de donar, una que puedes ver y sentir en acción”.
La generosidad de los Berglund también tiene un profundo significado personal. En 2018, una de nuestras cocinas fue dedicada a la memoria de su querido hijo, Carl, quien falleció de cáncer cerebral. Para Bob y Lucy, esa dedicación transformó su dolor en un legado viviente que alimenta a niñas y niños de San Miguel en honor a Carl.
Con el paso de los años, Bob también se ha sentido impactado por el alcance y la eficiencia de la operación de Feed the Hungry. Recuerda haber visitado el almacén, observar a los voluntarios empacar alimentos y ver a los choferes salir rumbo a las escuelas para entregar las raciones. “Es una operación impresionante”, comentó. “Tantos voluntarios hacen posible este trabajo. Las pocas personas que reciben un sueldo, como chefs, cocineras, nutriólogas y un pequeño equipo profesional, reciben una compensación modesta, y ese apoyo regresa a la comunidad local. Es una situación en la que todos ganan: los niños, las cocineras y sus familias”.
Para Bob, el mensaje para otros Kitchen Angels, o para quienes están considerando convertirse en uno, es sencillo: “Es una oportunidad para ver cómo tu donación se convierte en algo bueno. Es una forma muy directa de ayudar a las personas en un país que amamos”. Feed the Hungry San Miguel se ha convertido, por mucho, en la principal causa a la que dirige su filantropía, precisamente porque puede ver el impacto de cerca. “Podríamos haber donado a otras organizaciones grandes, pero lo que nos gusta aquí es el contacto directo con las comunidades y la certeza de los resultados”.
Entre sus recuerdos favoritos están sus visitas a Jalpa, donde en dos ocasiones pudo ver la cocina en plena actividad y a los niños disfrutando de sus comidas. “Fue maravilloso ver la diferencia: de no tener nada antes, a ver niños felices y saludables comiendo alimentos nutritivos. Y hasta me divertí con ellos, tomando fotos y compartiendo su alegría”.
Durante casi dos décadas, Bob y Lucy Berglund han sido un ejemplo de lo que significa ser Kitchen Angels: aliados inquebrantables que no solo alimentan a niñas y niños, sino que construyen puentes duraderos de compasión. Su historia nos recuerda que cuando el amor, la generosidad y la comunidad se unen, el impacto puede durar generaciones.
Conozca cómo usted también puede convertirse en un Kitchen Angel de Feed the Hungry San Miguel.


